El canódromo, único de su tipo en Latinoamérica para la fecha, disponía de una tribuna para 4000 personas, perreras acondicionadas para que los galgos soportaran el clima de la isla y diversos servicios para los espectadores. El Instituto Nacional de Hipódromos, propietario de la edificación y los terrenos decretó su cierre en 1996, en medio de la grave situación económica que sufría esta institución.
En años recientes se intentó transformarla en una ciudad deportiva para la isla, lo cual no se ha podido concretaren su totalidad. En los terrenos se encuentran ocupados por los transformadores eléctricos, accionados por combustible, que Corpoelec instaló para satisfacer la demanda existente en la zona, además de algunos emprendimientos de comida y recreativos.
Con información de: Fundación Arquitectura y Ciudad
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